Hace unas semanas leí del descubrimiento, en el Zoológico de Edimburgo, del cuerpo de una hembra de 35 años, más tarde identificada como la Señora Wolowitz, una nativa de la ciudad.
Conmoción, ¡horror!... pero al leer más detenidamente descubrí que la Sra. Wolowitz era un pingüino penacho amarillo, y había muerto cuando un zorro entró a su recinto durante la noche.
Los primeros pingüinos llegaron al Zoológico de Edimburgo en 1914, de una expedición ballenera a Georgia del Sur, un regalo de la familia propietaria de los balleneros, Christian Salvesen.
Nuestra familia tiene una conexión ambos, fuerte y tenue, con los pingüinos. Todos los pingüinos murieron de desnutrición durante la guerra y en 1947 y el abuelo de mi esposa, un alto ejecutivo de la misma Christian Salvesen, fue fundamental en traer pingüinos nuevamente al Zoológico desde de Georgia del Sur.
Por otro lado, mi hija, por una razón que solo ella sabe, hizo una experiencia laboral de 2 semanas con los pingüinos, cuando ella cursaba el en cuarto año de secundaria. Todo lo que puedo recordar de ese período es un olor abrumador a pescado en toda la casa.
Ahora, hay más de 100 pingüinos en el Zoológico, incluido el único pingüino que es un Brigadier en el ejército noruego y que también ha sido nombrado ¡caballero!
