Comencé con el ciclismo en 2010 después de una herida. Empecé con clases de spinning y progresé al ciclismo de carretera. Descubrí el amor al ciclismo y que también puede ser muy caro.
Me uní al club de bicicletas Stirling en 2010 cuando había 200 miembros y 3 grupos con salidas los sábados y para el 2012 la membresía creció después de los Juegos Olímpicos de Londres.
Actualmente el club tiene 600 miembros y antes del Coronavirus ya teníamos cinco grupos que varían desde el grupo de desarrollo que recorre una distancia de 35 millas a 14 mph hasta el grupo de carreras que recorre aproximadamente 75 millas a más de 20 mph.
Siempre hay grados variables de conflicto entre los ciclistas y la comunidad que conducen por vehículos motorizados. Hay muchas razones para esto y tenemos miembros en el consejo comunitario que se reúnen con el consejo de Stirling para mantener relaciones.
En otros países europeos hay mejores infraestructuras e instalaciones para ciclistas, por ejemplo Alemania, Bélgica y los Países Bajos. En islas como Lanzarote y Mallorca hay aceptación para grupos de ciclistas, es parte de la industria de turismo. Las superficies de las carreteras son mejores ya que no son propensas al clima escocés.
Siempre hay una parada obligatoria de café al final del viaje con una recompensa de café y pastel.
¡Quizás es por eso que disfruto tanto del ciclismo!
